Descubre la Maqueta de León Gil: un Madrid diminuto al estilo de Gulliver que anticipó la era de los drones.
El 25 de octubre en Madrid, el Museo de Historia presenta una fascinante oportunidad para viajar en el tiempo y visualizar una capital en miniatura, emblemática del siglo XIX. Este asombroso despliegue permite a los visitantes experimentar un Madrid de antaño, como si fueran liliputienses en un escenario digno de un Gulliver contemporáneo. Esta ambición de cartografiar la ciudad desde el cielo, con tecnología de drones, seguramente habría sido inimaginable en la época de Julio Verne.
Desde el pasado 15 de agosto, el museo volvió a abrir sus puertas a la Maqueta de León Gil de Palacio, un modelo extremadamente valioso que refleja la urbe en el año 1830, justo antes de que se desmantelara la cerca fiscal de Felipe IV en 1868, un acontecimiento que marcaría el inicio de una nueva era de expansión en la capital. Esta icónica maqueta ha sido sometida a un proceso de restauración detallado y se exhibe en una nueva ubicación, todo ello con una inversión cercana a los 90.000 euros.
La creación de esta maqueta es atribuida al ingeniero militar León Gil de Palacio y es considerada por el Ayuntamiento de Madrid como "una de las maquetas históricas más antiguas e importantes de Europa", realizada a instancias del rey Fernando VII en 1828. Este ambicioso proyecto fue completado en un tiempo sorprendentemente corto y pasó a estar en el Real Gabinete Topográfico, una institución creada por el monarca.
La obra destaca no solo por su precisión cartográfica, sino también por ser la primera en mostrar los espacios libres que existen dentro de los manzanas de la ciudad, así como las cotas de la Villa y la Corte en ese período. Con una dimensión de 5,21 por 3,53 metros y una escala de 1:816, proporciona una visión minuciosa de un Madrid en miniatura antes del auge de la revolución industrial, que transformaría la ciudad durante la segunda mitad del siglo XIX.
Para su creación, se utilizaron diversos materiales, desde madera de chopo y seda, hasta alambre, hilo, arena y metales, evidenciando el cuidado y la dedicación en su elaboración. La atención al detalle fue tal que los modelos de los edificios más emblemáticos fueron construidos de manera individual, lo que resalta la minuciosidad y el esmero de esta obra maestra histórica.
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