Crónica Madrid.

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Recuperan la historia industrial de Valdemorillo: hornos y loza en el foco.

Recuperan la historia industrial de Valdemorillo: hornos y loza en el foco.

La administración regional ha tomado la iniciativa de iniciar un proceso administrativo con el fin de salvaguardar los vestigios de una de las industrias cerámicas más significativas de Madrid.

El 3 de mayo en Madrid, en el seno de la Casa de la Cultura Giralt Laporta, resuena el eco de un pasado industrial casi olvidado que, gracias a la reciente apertura del expediente para su declaración como Bien de Interés Cultural (BIC), vuelve a cobrar vida. Se trata de los restos de la antigua fábrica de cerámicas de Valdemorillo.

El Gobierno de la Comunidad de Madrid ha decidido extender este procedimiento a la histórica fábrica de cervezas El Águila, ubicada en la capital. Su finalidad es la misma: proteger y valorar ambas instalaciones en la categoría de Sitio Industrial. En esta localidad situada en la Sierra Oeste, se pretende conservar los emblemáticos hornos de la vieja fábrica de lozas, que incluyen tres ejemplares conocidos como Vulcano, Moisés y Progreso, así como el pudridero de caolín y la torre de la bomba de agua, tal como se informa en el Boletín Oficial de la Comunidad de Madrid (BOCM).

Valdemorillo ya era reconocida en 1752 en el Catastro del Marqués de la Ensenada como un área dedicada a la producción de tejas y cerámicas, gracias a las valiosas arcillas del río Aulencia. En este contexto, se estableció en 1845 la 'Sociedad Falcó, Calleja y Compañía', creada por Juan Falcó, un ceramista con formación en Alcora, y Felipe del Callejo, con el propósito de producir una loza fina que pudiera competir con la producción europea.

Con un capital de 35.000 reales y la explotación de minas subterráneas, esta fábrica llegó a dar empleo a más de 200 personas en una población de tan solo 1.700 habitantes. Su producción abarcaba una amplia gama de artículos, desde vajillas decorativas hasta productos sanitarios, y alcanzó cotas de esplendor, especialmente a finales del siglo XIX, gracias a la innovación implementada por Juan Falcó Sancho, quien modernizó las técnicas de producción y logró aumentar la producción anual a más de un millón de piezas.

Hoy en día, los tres hornos de botella son un distintivo del patrimonio industrial de la fábrica. Construidos con ladrillo visto y con diseño circular, estos hornos —entre ellos el majestuoso Vulcano de 1845— son testigos de la rica arquitectura industrial cerámica.

Junto a ellos se encuentra el pudridero de caolín, que revela un proceso de producción sofisticado utilizado para la obtención de loza fina.

La torre de la bomba de agua, que podría tener orígenes medievales, es otro componente del complejo, garantizando el suministro de agua necesario para la producción, y parte del muro perimetral original aún se puede observar en el área.

Luego de un incendio y la competencia del ferrocarril, que facilitó las importaciones, la primera fábrica cerró sus puertas en 1914, aunque la actividad se reanudó al siguiente año bajo la dirección de Juan Giralt Laporta, quien diversificó la producción hacia el vidrio de laboratorio y loza dura, posicionando a Valdemorillo como pionera en la producción de vidrio resistente al fuego, comercializado con la marca VALMA.

Desafortunadamente, la fábrica fue devastada durante la Guerra Civil, salvándose únicamente los tres hornos principales, el pudridero y la torre de la bomba de agua, que perduran hasta nuestros días., Tras el conflicto, la producción en Valdemorillo no se reactivó, y en los años 90, la familia Giralt Laporta donó el terreno de la antigua fábrica para dar paso a lo que hoy es el centro cultural actual.

Los vestigios conservados ahora son parte integral de la Casa de Cultura Giralt Laporta y de la Cueva Museo de Cerámica y Vidrio de Valdemorillo (CUMVAL), donde se custodian piezas originales y se mantiene viva la memoria histórica de este relevante capítulo industrial del municipio.