Crónica Madrid.

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"Viuda Negra sugiere a cómplice un plan para secuestrar a marino en venganza por videos íntimos"

La viuda negra de Torrejón de Ardoz, María José B. G., enfrenta un juicio cargado de testimonios inquietantes que apuntan a un caso escalofriante de crimen y encubrimiento. En la última audiencia, un testigo clave reveló que la acusada le había propuesto previamente participar en el secuestro de un hombre que residía en un barco, en un intento de vengarse por la divulgación de vídeos comprometidos. Este testimonio, que fue tomado a la ligera en su momento, ahora cobra un nuevo significado en el contexto de los hechos que llevaron al fatal desenlace.

En la segunda jornada del juicio en la Audiencia Provincial de Madrid, se sigue indagando sobre los eventos que rodearon la muerte de Gabriel E. C., un hombre de 63 años con vínculos en el sector marítimo. La acusada enfrenta una pena de hasta veinte años por asesinato, en un caso que también involucra a un cómplice que podría haber jugado un papel importante en la sórdida trama.

Gabriel, originario de Ferrol (A Coruña), trabajaba en la industria de hidrocarburos y enfrentaba complicaciones financieras, incluida una notable deuda con la Seguridad Social. Personas de su entorno, entre ellas la propia María José, gestionaban sus finanzas debido a su falta de cuentas bancarias en España, con una nómina mensual que ascendería a 7.000 euros.

El 29 de agosto de 2021, el hallazgo del cuerpo de Gabriel en un pinar de Villa de Vallecas causó consternación; su cadáver, calcinado y mutilado, fue descubierto tras un aviso de un incendio en la zona. Los detalles del crimen son escalofriantes: le habían extraído dientes y dedos, lo que lejos de ocultar el crimen, lo vuelve aún más macabro.

Un amigo cercano a la víctima compartió su dolor y repulsión por el acto violento, clamando por justicia. Describió a Gabriel como una persona que luchaba contra las adicciones y que había perdido contacto con amigos y familiares. Las palabras del testigo resonaron con una amenaza latente: “La sociedad necesita protegerse de individuos capaces de tales atrocidades”.

La última conversación de Gabriel con su exesposa ocurrió un día antes de su asesinato, el 25 de agosto. Ella confirmó que, a pesar de su relación amorosa, conocía bien su problemática con la cocaína. Después de los horripilantes acontecimientos, recibió mensajes de texto de su teléfono que alertaron a las autoridades. Estos intercambios, enviados el 31 de agosto y el 2 de septiembre, fueron compartidos con la Policía Nacional.

Un testimonio adicional vino de una exprostituta que tuvo una breve relación con Gabriel. Ella reveló que él le proporcionaba apoyo financiero significativo, lo que añade otra capa de complicación a la narrativa sobre su vida y sus relaciones.

La acusación continúa sumando pruebas. Un testigo expuso que, en el período previo a la muerte de Gabriel, María José manifestó su intención de venganza, asociando una venganza con la extorsión emocional. Este hombre se mostró incrédulo ante la situación, subrayando que al principio lo tomó como una broma, algo que ahora parece una advertencia siniestra.

Un relato aún más inquietante provino de Bladimir, quien identificó a María José como la persona que le pidió prestado un coche el día del crimen. Este vehículo fue utilizado para mover el cuerpo al lugar donde fue finalmente encontrado, lo que sugiere que había una planificación premeditada detrás del asesinato.

La fiscalía ha presentado cargos de asesinato contra María José, solicitando una condena de veinte años, mientras que el cómplice podría enfrentar tres años por encubrimiento. El proceso judicial ha desenterrado un conflicto que culminó en una discusión violenta el 28 de agosto en un centro de estética dirigido por la acusada, donde se desencadenó el ataque que resultó en la muerte de Gabriel.

La acusación sostiene que María José, después de herir gravemente a su víctima, llevó a cabo una asfixia deliberada que provocó su fallecimiento. Luego, se llevó a cabo una maniobra macabra para deshacerse del cuerpo, trasladándolo y quemándolo para ocultar las evidencias, un acto que se consumó en un breve lapso antes de abandonar el lugar de los hechos.