
En un giro inesperado de acontecimientos, un pasillo poco visible en la Terminal 4 del Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas ha emergido como un nuevo refugio para numerosas personas sin hogar, que anteriormente descansaban en varios sectores del aeropuerto.
Las instalaciones del aeropuerto han captado la atención mediática recientemente debido a la creciente presencia de individuos que han decidido hacer del complejo su lugar para dormir durante la noche.
El pasillo en cuestión, elegido por las autoridades, está ubicado en una planta que no aparece en los planos oficiales del aeropuerto, específicamente la planta uno. Las señalizaciones solo indican el nivel -1 (que da acceso a Metro y Renfe), el 0 (llegadas, autobuses y taxis), y el 2 (salidas y facturación), dejando este nivel fuera del acceso habitual.
Una mujer en sus cincuenta años, que ha encontrado refugio en este pasillo, compartió con Europa Press que el perfil de los ocupantes es diverso. "Aquí hay de todo", comentó, aludiendo a quienes simplemente carecen de medios y también a aquellos que lidian con adicciones, muchos de los cuales pasan las jornadas tirados en el suelo.
Cuando se le preguntó sobre la presencia de solicitantes de asilo, la mujer respondió que "no podría asegurarlo", pero generalmente "todo el mundo aquí habla español".
A pesar de su presencia, es raro ver a estas personas durante el día, ya que tienden a concentrarse en el pasillo y otras áreas del aeropuerto al caer la noche, según un empleado del recinto.
Este martes, se pudo observar que en el pasillo había cerca de una docena de personas, algunas sentadas y otras acostadas, resguardándose de los espacios de alto tráfico, como la rampa hacia la zona de facturación.
Más allá de aislar a estas personas en un área menos visible, Aena ha tomado medidas adicionales para disuadir su permanencia en los espacios más transitados. Por ejemplo, en la zona de facturación, se han retirado todos los asientos que antes eran parte del escenario habitual del aeropuerto.
Un trabajador de una empresa externa afirmó que no hacía mucho, la planta dos era el lugar preferido para quienes no tienen hogar. Sin embargo, tras ciertas quejas de aerolíneas, aquellos que antes ocupaban Barajas se han visto obligados a desplazarse.
La incomodidad que provoca la presencia de estas personas es palpable en un ascensor situado en el pasillo donde se encuentran. Rosa, una de las habitantes del lugar, confiesa que "nunca se usa", y quienes accidentalmente emergen por allí a menudo eligen continuar hacia otra planta, asustados.
A medida que cae la tarde y la actividad del aeropuerto va decreciendo, la inquietud aumenta con gritos y batallas entre individuos que se vuelven más frecuentes. Rosa admite que "por la noche es cuando todo se agrava".
En medio de un tira y afloja entre diferentes administraciones, este pasillo ha sido designado como una solución provisional mientras se buscan acuerdos entre la Delegación del Gobierno, la Comunidad y el Ayuntamiento de Madrid. Esta última institución argumenta que el predominio de solicitantes de asilo eleva la responsabilidad al gobierno central.
La vicealcaldesa madrileña, Inmaculada Sanz, aseveró el martes que hasta cinco ministerios podrían tener competencia en esta situación y que están haciendo "dejación de funciones" (Sanidad, Interior, Transportes, Servicios Sociales y Migraciones).
Por otro lado, el Gobierno de España rechaza la idea de que haya personas esperando asilo, señalando que relega la responsabilidad de ofrecer soluciones al Ejecutivo regional.
Fuentes cercanas a la Consejería de Familia, Juventud y Asuntos Sociales indicaron a Europa Press que el Gobierno central está intentando "echar balones fuera" ante su obvia ineficacia para gestionar la situación de las aproximadamente 500 personas que pernoctan en el Aeropuerto Adolfo Suárez Madrid-Barajas.
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