
En una decisión contundente, la Audiencia Provincial de Madrid ha dictado una sentencia condenatoria de siete años y medio de prisión contra un pediatra diácono por haber abusado sexualmente de dos pacientes menores en su clínica ubicada en Guadarrama, entre enero de 2020 y mayo de 2021.
El tribunal ha determinado que el acusado cometió actos de abuso sexual y fue hallado culpable de otro delito específico relacionado con menores de dieciséis años. Además, se le ha impuesto una inhabilitación de diez años para el ejercicio de cualquier actividad que implique contacto directo con niños, lo que representa un golpe significativo a su carrera profesional.
La sentencia también implica la responsabilidad civil subsidiaria de la Comunidad de Madrid, ya que el pediatra operaba bajo la Consejería de Sanidad como Facultativo Especialista de Pediatría en el Centro de Salud Guadarrama, ubicado en la calle de los Reyes Católicos.
A pesar de que la fiscalía había solicitado una pena mayor de nueve años de cárcel y una inhabilitación de trece años del ejercicio de la medicina, el pediatra continúa en su puesto de trabajo en otro centro de salud mientras la sentencia no sea firme.
Según los argumentos presentados por la fiscalía, el médico había cultivado un vínculo personal cercano con los padres de sus pacientes menores, justificando que esta cercanía respondía a su deseo de facilitar los abusos perpetrados sobre los jóvenes. Esta declaración ha sido un punto crucial en el desarrollo del caso.
Las pruebas fueron recabadas principalmente a partir de los testimonios de las víctimas, que el tribunal considera suficientes para desvirtuar la presunción de inocencia, un principio fundamental hasta que se pruebe lo contrario.
El pediatra, en su defensa, negó los cargos y argumentó que se había limitado a realizar su trabajo de manera profesional, asegurando que nunca hubo tocamientos inapropiados durante las revisiones médicas.
Uno de los incidentes denunciados involucra a un joven de 19 años que buscó atención médica debido a un esguince de tobillo. El médico, al tener acceso a la sala de espera, se ofreció a realizar el vendaje, aún a sabiendas de que el paciente ya había sido atendido previamente. El joven expuso que durante el examen, el médico comenzó a tocarle los genitales, lo que le llevó a sentir incomodidad y a informar a su padre del suceso.
En otro episodio, otro joven, también de 19 años, asistió a la consulta por un quiste genital y, tras seguir las indicaciones del médico, se vio en una situación incómoda donde el pediatra realizó tocamientos inapropiados y ofreció una crema bajo la excusa de cuidados posteriores a una depilación.
A pesar de las negativas del acusado respecto a las acusaciones, el joven se sumió en un estado de angustia tras el suceso, evitando salir de casa por miedo a cruzarse con el médico y sin volver a visitar el centro de salud.
El caso dio un nuevo giro cuando el pediatra intentó contactar al joven a través de su abuela, argumentando que necesitaba facilitarle un medicamento. Sin embargo, este intento desencadenó una crisis nerviosa en el joven, quien finalmente decidió hablar con su familia sobre los abusos sufridos, rompiendo así el silencio que había mantenido por tanto tiempo.
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