Crónica Madrid.

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Estudio revela que personas en tratamiento por alcoholismo aún enfrentan riesgos de recaída tras dos años.

Estudio revela que personas en tratamiento por alcoholismo aún enfrentan riesgos de recaída tras dos años.

MADRID, 11 de julio.

Un reciente análisis llevado a cabo por el Servicio de Psiquiatría del Hospital público 12 de Octubre, junto a la Universidad Miguel Hernández, ha arrojado resultados preocupantes sobre la dependencia alcohólica. El estudio revela que los individuos que han padecido esta adicción siguen siendo altamente sensibles a las imágenes y estímulos relacionados con el alcohol, incluso dos años después de haber completado un tratamiento. Esto aumenta significativamente su riesgo de recaída.

El hospital ha emitido un comunicado resaltando la importancia de revisar tanto la duración como los métodos de tratamiento para las personas con problemas de alcohol, sugiriendo la incorporación de programas que promuevan una recuperación sostenible.

Gabriel Rubio, jefe del Servicio de Psiquiatría y catedrático en la Universidad Complutense de Madrid, ha comentado que es factible detectar ciertos marcadores biológicos de la adicción, como el cortisol, en pacientes que son expuestos a imágenes relacionadas con el alcohol.

“El cortisol es una hormona liberada por el cuerpo en situaciones de estrés. Hemos encontrado que la reactividad a estas imágenes y los niveles de cortisol, tanto antes como después de verlas, no sufren alteraciones significativas incluso tras años de abstinencia”, ha explicado el Dr. Rubio. Añadió que esta reacción se presenta de manera automática, sin que la persona deba experimentar deseos conscientes de consumir alcohol.

El especialista enfatiza que el inconveniente no se reduce a los altos niveles de cortisol, sino que se centra en que el sistema de respuesta al estrés no opera de manera óptima. Este patrón, denominado 'respuesta atenuada de cortisol', indica una sobrecarga en el eje del estrés.

“Así, una persona que es adicta al alcohol, aunque se mantenga en abstinencia, tiene su respuesta al estrés activada de forma constante, lo que la lleva a priorizar el consumo de alcohol y, por ende, aumenta el riesgo de recaer”, ha afirmado.

Además, Jorge Manzanares, profesor de Farmacología e investigador en el Instituto de Neurociencias, ha señalado que el cortisol sirve como un valioso indicador del efecto que tiene un estímulo en el organismo.

“Hemos registrado que sus niveles se elevan cuando alguien se encuentra frente a imágenes o situaciones con las que su cerebro asocia el alcohol”, ha comentado. Manzanares ha observado que esta alteración es más significativa en hombres y en aquellos que han sufrido recaídas, sugiriendo que la vulnerabilidad al estrés persiste a lo largo del tiempo. “Dado que la medición del cortisol en saliva es un procedimiento fácil y no invasivo, podría ser utilizado como herramienta para identificar a quienes están en mayor riesgo de recaídas o sufrir complicaciones vinculadas al estrés crónico”, ha indicado.

Para la realización de este estudio, se evaluó a un total de 154 pacientes del Programa de Tratamiento del Alcoholismo del Hospital Universitario 12 de Octubre, analizando sus condiciones al inicio del tratamiento y dos años después de haberlo finalizado. Aunque los síntomas de ansiedad, depresión e impulsividad mostraron una disminución con el tiempo, la reactividad a los estímulos visuales relacionados con el alcohol y la respuesta del cortisol se mantuvieron estables. Los pacientes también mostraron diferencias marcadas en comparación con un grupo control sin problemas de adicción.

“Los hallazgos resaltan que el abandono del alcohol no implica una recuperación total de la adicción. Las secuelas que el alcohol deja en el cerebro exigen estrategias de recuperación sostenidas, que deben extenderse al menos cinco años y personalizarse adecuadamente”, subrayó Rubio, quien considera que estos datos confirman la naturaleza crónica del Trastorno por Uso de Alcohol.

Finalmente, el experto destacó la imperativa necesidad de establecer programas continuos de atención que respalden a las personas en recuperación en su entorno cotidiano, con el objetivo de prevenir recaídas y fomentar una recuperación anclada en valores sólidos.