Crónica Madrid.

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Crisis de sepultura en Madrid: la comunidad musulmana enfrenta escasez de terrenos para enterrar a sus seres queridos.

Crisis de sepultura en Madrid: la comunidad musulmana enfrenta escasez de terrenos para enterrar a sus seres queridos.

En la Comunidad de Madrid, el cementerio situado en Griñón se ha convertido en el único lugar donde se pueden llevar a cabo los ritos funerarios para la comunidad musulmana, pero hace ya varios meses que sus instalaciones están completamente saturadas.

Los musulmanes que residen en la región se enfrentan así a una serie de dificultades para poder dar un último adiós a sus seres queridos. La falta de espacios en Griñón ha dejado a estas familias en una situación angustiante, donde las opciones que se han discutido a lo largo de los años, como la creación de un área específica en el cementerio de Carabanchel, no se han llevado a cabo, obligando a los dolientes a contemplar la angustiosa posibilidad de renunciar a sus prácticas religiosas o de trasladar los cuerpos a otras comunidades autónomas e incluso al extranjero.

Maysoun Douas, presidenta de la asociación Entierro Digno, ha estado al tanto del sufrimiento de estas familias que anhelan dar un descanso digno a sus fallecidos. Ella narra experiencias desgarradoras de personas que han tenido que participar en subastas para conseguir un lugar en el que enterrar a sus seres queridos, donde el más ofrecido económicamente se lleva el espacio. Subraya que la situación refleja una profunda falta de atención a las verdaderas necesidades de la comunidad musulmana.

Asimismo, Douas explica que existen diferencias clave entre el ritual cristiano y el musulmán que no están siendo respetadas debido a la escasez de espacio en los cementerios y las insuficiencias de algunas funerarias. Una de estas diferencias es la naturalización del cuerpo, que implica un retorno a la tierra sin el uso de ataúdes, y si esto fuera inevitable, se deberían emplear materiales compostables para facilitar la descomposición.

Otro aspecto importante es el ritual de lavado y disposición del cuerpo, una parte fundamental del proceso funerario islámico que debe ser llevado a cabo por una persona del mismo género y religión del difunto. Por último, el cuerpo debe ser orientado hacia La Meca, un requerimiento que en la mayoría de los cementerios resulta poco viable debido a su disposición actual.

Ante la falta de opciones viables, muchas familias musulmanas se ven forzadas a tomar decisiones que entran en conflicto con sus creencias morales, lo que provoca un sufrimiento emocional adicional. Douas señala que este dilema representa un golpe profundo para quienes experimentan la pérdida, transformando su duelo en una carga aún más pesada por el sentido de traición hacia sus propias creencias.

Yasmín, una mujer de 40 años, vivió esta dura experiencia cuando perdió a su madre argelina hace tres años. Recuerda cómo se vio obligada a negociar con un individuo encargado de los entierros en la mezquita de la M-30, quien le ofreció una tumba de cuatro espacios por un costo exorbitante de 10.000 euros, limitando el entierro a solo diez años. Después de explorar las opciones de traslado a lugares lejanos, como Burgos o València, decidió que no podía aceptar esas alternativas.

Gracias a la solidaridad dentro de su comunidad, Yasmín y su padre finalmente consiguieron un lugar en una fosa en Griñón. “Solo requerimos la certeza de que podemos enterrar a nuestros muertos con dignidad y a un precio razonable”, enfatiza Yasmín, destacando la angustia que conlleva la búsqueda de un descanso adecuado para sus seres queridos.

La asociación Entierro Digno ha estado presionando incansablemente a las autoridades locales para que se incrementen los espacios disponibles en el cementerio. Douas menciona que existen dos opciones viables que podrían abordar esta crisis en un futuro cercano. La primera sería la ampliación del propio cementerio de Griñón, proyectada por el alcalde, José María Porras, quien ha declarado que el proceso administrativo está bastante avanzado. Sin embargo, el Ayuntamiento ha optado por no hacer declaraciones adicionales, dejando la responsabilidad en la empresa encargada de su gestión, Procenesa, que tampoco ha proporcionado información sobre los avances en este sentido.

Por otro lado, se sigue considerando la posibilidad de reacondicionar un área del cementerio de Carabanchel, una opción que se ha discutido durante años. En octubre de 2022, el Pleno municipal aprobó una proposición que solicitaba a la Empresa Municipal de Servicios Funerarios y Cementerios ceder una parcela de al menos 10.000 metros cuadrados para satisfacer las necesidades de los fallecidos musulmanes.

Desde el Ayuntamiento de Madrid han afirmado que están en negociaciones con las comunidades musulmanas y sosteniendo reuniones sobre esta cuestión, aunque han añadido que aún no hay novedades. Subrayan que dentro de la comunidad existen “voces diversas que no logran alcanzar un consenso en sus demandas”.

Douas menciona la importancia de establecer un protocolo que contemple los rituales habituales a seguir en el momento de la muerte. Sin embargo, recalca que el reacondicionamiento del cementerio de Carabanchel no es la solución definitiva para los problemas actuales, ya que las familias necesitan un horizonte claro que les garantice el descanso en su propio municipio.

Yasmín también enfatiza la necesidad de estar cerca de los restos de los seres queridos, algo que ella considera crucial para poder afrontar el duelo. “Para mi padre, visitar el cementerio le aporta paz; así es como él lleva su pérdida”, concluye Yasmín, evidenciando la relevancia emocional que tienen estos espacios en la vida de quienes han experimentado la muerte de un familiar.