En el pleno de la Asamblea de Madrid, la presidenta regional, Isabel Díaz Ayuso, lanzó un mensaje contundente en relación a la Guerra Civil española, subrayando que para emitir juicios sobre este conflicto histórico, es esencial primero abordar las circunstancias que lo precedieron. Según Ayuso, el verdadero problema radica en "levantar muros entre españoles", lo que propicia una atmósfera de confrontación y aniquilación en lugar de diálogo y debate constructivo.
Durante la sesión, Ayuso se enfrentó a Manuela Bergerot, portavoz de Más Madrid, quien había instado a la presidenta a condenar el régimen franquista, sugiriendo que Ayuso albergaba tanto una envidia del avión presidencial como de la figura de Franco. En respuesta, la presidenta defendió que su experiencia vital comenzó en democracia, en 1978, y que muchos españoles, incluidos sus propios antepasados, siempre abogaron por un país unido, lejos de la división que sembró la guerra.
La presidenta expresó su preocupación por la posibilidad de que España vuelva a revivir los "males del guerracivilismo", apelando a la sensatez de una amplia mayoría que, según ella, se opone a la confrontación sectaria y a la división. Afirmó que la violencia entre compatriotas solo conduciría a un retroceso en la historia del país, resaltando que la unión y el entendimiento son claves para superar el legado de la guerra.
Por otro lado, Bergerot defendió su postura indicando que el aniversario de la muerte de Franco el 20 de noviembre debería marcar una reflexión sobre los valores democráticos y la condena al franquismo. La portavoz subrayó que condenar este periodo implica reconocer las violaciones de derechos que se produjeron, tales como la represión política y los abusos sufridos por grupos vulnerables.
En un tono provocador, Bergerot cuestionó a Ayuso sobre su postura respecto a estos hechos históricos y la libertad de expresión, sugiriendo que su oposición a algunos aspectos de la legislación actual revela una incongruencia en su discurso liberal. Según ella, es necesario un compromiso genuino con la democracia que sobrepase la retórica vacía y reconozca las injusticias del pasado.
La acalorada discusión dejó claro que las heridas de la historia aún perduran en la conciencia colectiva española, y el debate sobre la memoria histórica continúa siendo un tema de gran relevancia y polarización en la política actual.
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