La proclamación de Isabel II como reina de España tuvo lugar el 29 de septiembre de 1833, tras la muerte de su padre, Fernando VII. Este hecho desencadenó una serie de conflictos políticos y sociales que marcaron la historia de España en el siglo XIX.
Desde el principio, la sucesión al trono fue motivo de controversia, ya que la Ley Sálica en vigor en aquel entonces impedía que una mujer accediera al trono. Sin embargo, Fernando VII decidió derogar esta ley en 1830 para asegurar la sucesión de su hija Isabel, lo que generó la oposición de distintos sectores de la sociedad.
Tras la muerte de Fernando VII, comenzó una guerra civil conocida como la Primera Guerra Carlista, en la que se enfrentaron los partidarios de Isabel II, conocidos como isabelinos, y los partidarios del hermano de Fernando VII, Carlos María Isidro, conocidos como carlistas.
La guerra se prolongó durante varios años y tuvo un impacto devastador en el país, con numerosas batallas y episodios de violencia en distintas regiones de España. Finalmente, en 1839, se firmó el Convenio de Vergara, que puso fin a la guerra y reconoció a Isabel II como reina legítima.
Una vez proclamada reina, Isabel II se enfrentó a numerosos desafíos en su reinado. Durante su juventud, su madre, María Cristina de Borbón, actuó como regente en su nombre, lo que generó tensiones en la corte y en la sociedad española.
El reinado de Isabel II estuvo marcado por constantes conflictos políticos y sociales, con disputas entre liberales y conservadores, además de episodios de corrupción y escándalos en la corte. A pesar de ello, Isabel II logró mantenerse en el trono durante varias décadas, hasta su abdicación en 1868.
La Revolución de 1868, también conocida como La Gloriosa, fue un levantamiento popular que puso fin al reinado de Isabel II. La crisis política y económica del país, junto con la impopularidad de la monarquía, llevaron a la caída de la reina y al establecimiento de un gobierno provisional.
Tras su abdicación, Isabel II se exilió a Francia, donde vivió el resto de su vida alejada de la política española. La Revolución de 1868 marcó el inicio del Sexenio Democrático, un breve periodo de experimentación política en el que se estableció una monarquía parlamentaria en España.
A pesar de las controversias y conflictos de su reinado, Isabel II dejó un legado importante en la historia de España. Durante su tiempo en el trono, se llevaron a cabo reformas políticas y sociales significativas, como la abolición de la esclavitud en las colonias españolas y la modernización del país.
Además, Isabel II fue una figura destacada en la cultura y las artes, apoyando el desarrollo de la literatura, la música y la pintura en España. A pesar de sus defectos y las críticas a su gobierno, Isabel II es recordada como una de las primeras mujeres en ocupar el trono en la España moderna.
En conclusión, la proclamación de Isabel II como reina de España fue un acontecimiento crucial en la historia del país, que marcó el inicio de una etapa de cambios y transformaciones políticas y sociales. A pesar de los conflictos y controversias de su reinado, Isabel II dejó un legado duradero en la historia de España, como una de las reinas más emblemáticas del siglo XIX.