MADRID, 13 Dic.
Jesús Pradales, el asesino confeso de Juana Canal, ha aceptado este martes otra vez el asesinato frente a la jueza de Instrucción número 21 de Madrid y ha pedido perdón a la familia de la mujer desaparecida hace 19 años en Ciudad Lineal.
El delito de Juana se resolvió hace algunas semanas tras ubicarse sus huesos en una finca familiar del asesino en Ávila, lo que llevó a los estudiosos a su detención.
La jueza acordó el pasado 5 de diciembre admitir la inhibición del juzgado de Ávila que dictaminó el ingreso en prisión al recaer sobre este órgano judicial por reparto la demanda de desaparición interpuesta en 2003. Por tanto, la jueza Concepción Jerez sería la competente en su instrucción al no estar en vigor entonces la ley de Protección Integral contra la Violencia de Género.
En la comparecencia, la jueza instructora informó a Jesús Pradales de su situación procesal, pidiendo el fiscal y el letrado de la familia que se sostenga la prisión precautoria hasta el momento en que sea juzgado. De nuevo, el investigado ha aceptado el asesinato pero ha manifestado que no tenía intención de matarla.
Jesús cumple prisión precautoria en la prisión de Torredondo (Segovia). La investigación judicial va a arrancar en este momento con la citación de los policías que intervinieron en las pesquisas policiales y los familiares de la fallecida.
En su declaración frente a la jueza de Ávila, Jesús manifestó que la víctima le conminó con clavarse un cuchillo y culparle en el lapso de la discusión donde habría fallecido de manera accidental tras golpearla para eludir una agresión.
El asesino de Juana Canal ingresó el pasado 28 de octubre en la prisión de Brieva, cercana a Ávila, por un delito de homicidio en el ámbito de la crueldad de género.
Lo logró tras confesar a la jueza que la mató de un golpe y que la desmembró en 2 trozos en la bañera para trasladarla en maletas a Navalacruz, donde la sepultó en 2 orificios en unos terrenos próximos a una finca familiar.
En su declaración, relató que la discusión se inició una vez que la mujer le sustrajera 600 euros y se encerrase en el baño, amenazándole con tirar el dinero por el inodoro. Tras salir, Juana habría cogido un cuchillo y le habría conminado con clavárselo ella para decir que era él, según su relato.
La víctima llamó a la Policía para denunciar que era agredida y los agentes se presentaron en el residencia de la calle Boldano. Finalmente, la Policía se fue. A continuación, el detenido logró las maletas en el cuarto para irse de casa y al irse, extendió el brazo para separar a la víctima y ésta cayó.
"Vi que seguía en el suelo con los ojos libres. Me percaté de que se encontraba fallecida. Me asuste", manifestó a la jueza. Fue entonces en el momento en que decidió cortarla en 2 con un cuchillo. La metió en 2 maletas y la llevó a 90 km, a Navalacruz. Cerca de su finca, excavó con un azadón 2 pozos y metió los restos.
Al regresar a Madrid, tiró las maletas a un contenedor de la calle Alcalá y escribió una nota a Sergio, el hijo de Juana, en el que manifestaba que su madre se había ido tras consumir bastantes pastillas.
Según consta en el sumario, Jesús presentó en la madrugada del 24 de febrero de 2003 una demanda falsa en la Comisaría de la Policía Nacional de Carabanchel donde hacía referencia a unas supuestas agresiones físicas y lesiones a manos de Juana en el lapso de esa discusión tras la que ella desaparece.
Dos días antes, entre los hijos de la mujer halló una nota redactada por la pareja de su madre, que le señalaba que habían tenido una fuerte discusión y que ella había salido corriendo y no había logrado hallarla.
Según las diligencias, Jesús siempre y en todo momento ocultó a sus familiares y a su de hoy pareja las presuntas agresiones que padeció y se limitó a comentar que la demanda era por haberle sustraído en teoría Juana unos 700 euros, que aun llegó a reclamar a su hijo.